Espere mientras se carga la web
Soy psicóloga sanitaria, colegiada en el Colegio Oficial de la Psicología de Madrid M-36186. Certificada en Terapia EMDR, Bio y Neurofeedback, y Brainspotting.
Mi trayectoria como psicóloga se inicia el día que me di cuenta de que somos seres sociales que nos construimos en relación. A partir de la interacción temprana con figuras de apego y de las experiencias vividas configuramos nuestra estructura de personalidad, y damos forma a la manera de pensar, sentir, hacer, relacionarnos, regularnos emocionalmente y cuidarnos. De ahí la importancia de la interacción humana de calidad.
Me fui adentrando en la relación de ayuda y, según profundizaba, mi pasión creció.
Empecé interesándome por los mecanismos que subyacen al malestar emocional y su efecto en distintos ámbitos de la vida en general, y de la personalidad y salud en particular. Conocer y profundizar en la Teoría del apego y Teorías del trauma, dos caras de la misma moneda, me fascinó. Inicié dos líneas de estudio: el trauma y la disociación en la etiología y mantenimiento de los trastornos alimentarios; y el estrés crónico en la desregulación del Eje Hipotalámico Hipofisario Adrenal – transmisión intergeneracional del trauma.
Ambas líneas convergen en un nexo común que contribuye, en gran medida, a explicar cómo se va organizando el conglomerado de síntomas que da lugar a un trastorno psicológico, por qué entramos en conflictos interpersonales, nuestra autoestima se debilita, tropezamos con las mismas situaciones una y otra vez, y sin saber por qué, seguimos un guion de vida, no acertamos a dirigir nuestra vida, tenemos la sensación de no poder conectar con nosotros mismos o con los demás, observamos deterioro en distintas áreas de la vida que nos importan, tenemos dificultad en la expresión de naturalidad, vivimos en un estado de ansiedad o de depresión, nos sentimos especialmente afectados ante situaciones o circunstancias que no parecen tener los mismos efectos en otras personas, o hay múltiples momentos en los que sentimos irritabilidad, enfado o ira.
Por todo ello, y como no podía ser de otra manera, me he especializado en trauma, pérdida y duelo. Es decir, en aquellos problemas y dificultades que no tienen un origen o causa orgánica, sino que hunden sus raíces, en todo o en parte, en experiencias vitales que de alguna manera han dejado huella en nosotros y provocado una herida psicológica y emocional.
El trauma es la abrumadora experiencia de ver amenazada la propia integridad física y/o psicológica (self), desborda las capacidades cognitivas, emocionales y fisiológicas para hacerle frente, sacude profundamente el sistema de creencias y fractura la representación del mundo, de los demás y de uno mismo. Suele vivirse sin apoyo y con miedo, genera percepción de gran indefensión y vulnerabilidad, pérdida de autoeficacia, autoconcepto empobrecido y limitante, sentimientos de incapacidad, baja autoestima e incompetencia.
Si además sucede en las etapas tempranas del desarrollo en las que el niño es esencialmente vulnerable, dependiente e inmaduro, no dispone de recursos ni capacidad de regulación emocional, y se produce dentro de la intimidad de la vida familiar, generará una constante situación de ansiedad y estrés crónico manifestado por una sobreactivación e hipervigilancia, o bien, por una hipoactivación, desesperanza, claudicación y abandono personal.
La experiencia de trauma deja al niño confinado en un lugar de vergüenza, temor, culpa, ira, desconcierto e inseguridad. Vivirá en un mundo interior opresivo, se sentirá permanentemente amenazado, no encontrará palabras en el lenguaje ni podrá atribuir significado a lo que sucede. La intensidad del suceso y la traición a su confianza le resultará insoportable, la disonancia cognitiva le desorientará, y su capacidad de darse cuenta y percibir de forma realista se verá obstruida.
La pérdida, la sucesión de pérdidas a las que estamos expuestos a lo largo del ciclo vital por el simple hecho de estar vivos, no solo requiere hacer su correspondiente duelo, sino que habitualmente son las consecuencias emocionales de dicha pérdida lo que más sufrimiento e inestabilidad produce. Así pues, cuando perdemos un trabajo, también estamos perdiendo una jerarquía profesional y posición social, quizás, el estatus económico, el rol de cabeza de familia, la consideración de especialista, oportunidades de interacción, el motor que impulsa a levantarse cada día, la posibilidad de mantener una vivienda, la última oportunidad de encontrar trabajo, el sueño perseguido durante años o el sueño de otros, que uno no logra satisfacer.
Lo mismo sucede con todas las pérdidas: la separación de una pareja, la traición de un amigo, la infertilidad y pérdida del rol materno, la enfermedad crónica que obliga a ir cediendo día tras día parcelas de autonomía, la diversidad funcional, la pérdida de juventud, del entorno sociocultural al emigrar, o de ilusiones ante malas noticias.
En algunas ocasiones, la pérdida no se muestra de forma tan clara, sino que hay una ambivalencia que impide identificarla y dificulta que uno se sienta autorizado a señalarla y verbalizarla. Sucede cuando junto a una oportunidad hay algo que queda atrás y se debe dejar ir, cuando al lado de un evento positivo emerge algo inoportuno o no deseado. Puede ser la emancipación de los hijos, que podría traer consigo soledad; el nacimiento de un bebé, que implica desajuste y reorganización familiar; o un ascenso laboral, que puede exigir pérdida de calidad de vida y bienestar personal. Cada una de las decisiones que tomamos y de los avances que logramos lleva asociada una pérdida, aquello que dejamos de hacer o de tener debido a la propia elección.
Especialmente desgarradora y desestabilizante es la pérdida de un ser querido y del universo emocional y relacional que éste colmaba. Cuando fallece un ser querido el mundo interno de la persona se ve sacudido porque el vínculo era significativo.
Mi trabajo es contribuir a mejorar tu salud psicológica, bienestar emocional y calidad de vida, así como fomentar tu crecimiento personal y autoconocimiento. Y así facilitar que puedas entusiasmarte, vibrar, e implicarte en una vida plena y significativa.
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